Durante mucho tiempo no quise ser
una líder. En general no tenía buena opinión de los líderes y por mis
prejuicios, casi ninguno de los que conocí me caía bien. Hasta el día en que me
pregunté ¿por qué es así? ¿Por qué no me gustan los hombres de mucha
influencia, por qué siento la necesidad de obedecer a sus órdenes sin
cuestionarlas, por qué me encuentro incómoda y hasta inferior a su lado y por
qué la vida me empuja constantemente a situaciones que requieren tener
habilidades y calidades de líder y yo por qué las declino una y otra vez?
Decidí indagar la
razón, repasando mis recuerdos negativos y sacando a la superficie los patrones
equivocados de mi infancia uno a uno, y al final conseguí encontrar la
explicación que tanto buscaba. De manera inconsciente durante todo ese tiempo
quería evitar ser como una persona muy cercana a mí, un líder innato de mi
familia. Cuando era pequeña, todo lo malo que él hacía, lo atribuía al
liderazgo y por consecuencia en el mismo tiempo fue incapaz de culparle por
ello, diciendo que al fin y al cabo él no tenía la culpa de haber nacido con
esa personalidad, no era responsable de ser líder. Me mentí para absolverle y
al parecer en algún momento de mi infancia identifiqué todo lo malo
que veía en él con el liderazgo en general y empecé a crear mis propios
acuerdos y creencias limitantes para impedir que un día me pueda parecer a él.
Como me negaba a repetir cualquier comportamiento que le caracterizaba,
prefería rechazar automáticamente todas las oportunidades relacionadas con la
posibilidad de convertirme en una líder, que se presentaron en mi vida.
Más tarde reconocí que no debía
vivir ni un momento más en aquella cárcel creada por mí misma, que
obstaculizaba el logro de mis metas y me hacía sentir realmente mal conmigo
misma.
Mi “auto curación” fue un proceso
largo, porque entonces no tenía todavía las herramientas que me hubieran podido
ayudar a acelerar el tiempo de la transición. En aquellos momentos me hubiera
servido mucho conocer el trabajo de Stephan Kaiser, un joven experto en el
liderazgo y sobre todo su valiosísima opinión sobre los 7 mitos y verdades
sobre el liderazgo, que ahora quiero compartir contigo.
1. Mito: El líder
nace.
Verdad: El líder se hace.
Verdad: El líder se hace.
2. Mito: Sólo
pocas personas son líderes.
Verdad: Todos podemos ser líderes.
Verdad: Todos podemos ser líderes.
3. Mito: Uno es
así como uno es.
Verdad: No es cuestión de individualidad, es cuestión de habilidad
Verdad: No es cuestión de individualidad, es cuestión de habilidad
4. Mito: Tú ya
sabes todo lo que necesitas saber.
Verdad: No se trata de saber, se trata de ejercer.
Verdad: No se trata de saber, se trata de ejercer.
5. Mito: No
necesitas ser un líder para ser exitoso.
Verdad: Toda persona exitosa es un líder.
Verdad: Toda persona exitosa es un líder.
6. Mito: Ser un
líder es difícil.
Verdad: Quien dice eso, nunca ha aprendido la estrategia correcta.
Verdad: Quien dice eso, nunca ha aprendido la estrategia correcta.
7. Mito: El
liderazgo viene con la posición.
Verdad: Gerencia viene con posición, liderazgo viene con seguidores.
Verdad: Gerencia viene con posición, liderazgo viene con seguidores.
Y si necesitas todavía más afirmación en el tema, te recomiendo que
escuches el video “Las 7 verdades no contadas sobre el liderazgo en el nuevo
milenio”
Ahora ya se, que ser un líder no es malo y que no significa necesariamente
manipular a los demás, al contrario, aprender a ser un líder te
permite liderar tu propia vida, como dice una de mis frases favoritas de Nelson
Mandela: “Soy el amo de mi destino soy el capitán de mi alma.”
Ya es hora pues olvidarse de los mitos y tener en la mente las verdades
para crear la vida que deseas, ¿no crees?
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