Uno de los obstáculos que más
dificultan el acceso al siguiente nivel de nuestro propio desarrollo interno es
la “incapacidad” de perdonar. Muchas veces creemos que hemos perdonado a
alguien que en el pasado hirió nuestros sentimientos sólo porque en el presente
ya no pensamos tanto en ello o porque es más fácil ignorar el daño, mostrarnos
insensibles o al contrario, hundirnos en el victimismo, que revivir la experiencia,
ver la otra persona y su comportamiento desde una perspectiva distinta y
perdonar por algo que en aquel momento no pudimos evitar. Perdonar no significa
aceptar el comportamiento, que nos hizo
sufrir, ni ignorar un daño que ya está hecho. “Perdonar significa reconocer que
cada persona hace lo mejor que puede en cada momento con la información y
herramientas que tiene en ese momento.” Perdonar no tiene que ver con el otro;
es liberar a uno mismo, dejar de envenenar los propios pensamientos y de quedar
atrapados en el pasado para poder avanzar, vivir en el presente y disfrutarlo. Perdonar es una acción consciente, consecuencia de una decisión y no cuestión de capacidad.
Es humano equivocarse y es de consciencia elevada reconocer que es así y
perdonar. Tal vez a veces por eso tienen que pasar años y es necesario recorrer
un largo camino de desarrollo personal hasta llegar a ser capaces de liberarnos
emocionalmente a través del perdón. En muchos de nosotros es un proceso de
maduración que empieza con la disposición a perdonar. Es una decisión que uno
toma conscientemente por su propio bien, encontrando previamente su motivo
personal para hacerlo. Si ya tomaste la decisión y estás deseando perdonar a ti
mismo y/o a otras personas, el siguiente ejercicio de coaching te puede ser de
gran utilidad para encontrar de nuevo tu paz interior.
1. Haz una lista con aquellas personas a las que “no puedes perdonar”
Elabora una lista de las personas de tu entorno actual, personas con quienes
ya has perdido el contacto, has cortado la relación o incluso de personas que
ya han fallecido, pero con las que te
gustaría reconciliarte, o tienes un resentimiento especial que no consigues
desprenderte.
2. Expresa tus sentimientos
Expresa tus sentimientos por escrito, desahogándote sobre el papel y sin
cuidar tu lenguaje, sacando todo el dolor, resentimiento, ira, tristeza, etc. lo
que llevas dentro. Cuando hayas escrito todas las páginas que sean necesarias
para sentirte más liberado, ¡rompe el papel!
3. Busca los motivos de los actos que no puedes perdonar
Apunta estos motivos también. Ahora, ponte en el lugar de esa persona que
te hizo daño, imagina estarte en su piel por un momento y comprende lo que le
llevó a actuar como actuó. Hazlo sin juzgar a la persona o sus actos,
limitándote a tratar de comprender qué le llevo a hacer lo que hizo. Todo lo
hacemos por alguna razón que tiene que ver con sentir placer o evitar sentir
dolor. Encontrar esa razón no justificará el acto, pero si ayudará a
comprenderlo.
4. Agradécele algo a esa persona
Cuanto más profundo es tu rencor, más difícil te parecerá hacer este
esfuerzo. Sé generoso y agradece por escrito todo aquello que puedas, por
insignificante que sea.
5. Utiliza la fuerza de las palabras
Cuando verbalizamos algo, creamos la oportunidad para que se haga real. Las
palabras tienen un poder impresionante, si las empleamos con firmeza y
determinación. Haz una declaración del tipo: “para mi propia felicidad, calma y
libertad perdono a…”. Repítelo en voz alta, con seguridad, aunque no termines
de creerlo. Repítelo durante 10 minutos a 1 hora.
6. Escribe aquello de lo que querrías disculparte
Cuanto más escribas mejor
7. Escribe aquello que hayas aprendido de esa relación
Imagínate poder viajar en el tiempo y volver a los momentos decisivos de la
situación y pregúntate cómo hubieras sido mejor tratando con aquella persona,
de modo que ambos hubierais sido más felices.
8. Declare “le perdono”
Si has hecho este ejercicio a lo mejor ya has experimentado que el perdón
aunque quieras, no siempre llega con facilidad. No pasa nada si tras estos 8
pasos persiste el sentimiento de que no puedes perdonar. En ese caso, repite
los pasos 2 al 5 o repite el ejercicio durante varios días hasta empezar sentir
el alivio, que tanto anhelas.
Perdonar es sanar a ti mismo y al miso tiempo dar la oportunidad a la otra
persona de cambiar. Sin perdón no hay crecimiento, sin perdón no hay libertad.
El precio que tendrás que pagar por poder perdonar nunca será tan alto que lo
que pagas por no hacerlo. Por eso, si ya te has decidido, ¡hazlo hoy mismo!