"No es suficiente saber, también hay que aplicar. No es suficiente querer,también hay que hacer" - Goethe

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Qué dicen tus creencias sobre tu vida?




 
 

 
 
¿Qué te dicen tus creencias sobre tu vida?

¿Por qué te pregunto esto? Porque indagar las creencias profundamente arraigadas tal vez es la manera  más eficaz y al mismo tiempo más cruel de revelar por qué a menudo nos comportamos de forma injusta y demasiado estricta con nosotros mismos. Quiero que seas consciente de tus pensamientos y que reflexiones sobre la importancia de cómo expresarte verbalmente y cómo eso puede influir en tus actos. Quiero también que reconozcas tu propia responsabilidad con respecto a las consecuencias que estás viviendo ahora mismo. Tal vez te duela reconocer que estas consecuencias tienen mucho que ver contigo y que la persona que más daño te causó,  probablemente fuiste tú.

Independientemente de lo que otras personas te transmitieron a lo largo de tu vida, lo que se convirtió en tu propia fe y sistema de creencias. Independientemente de “la domesticación” de todos los seres humanos, incluyéndote a ti y de la forma en que te criaron o sea de tu “adiestramiento” personal. Una palabra impactante-aunque no necesariamente negativa-, sin embargo totalmente acertada, porque realmente, no se puede llamar de otra manera, lo que hacemos (aun siendo consciente de lo que hago como madre, que no siempre puedo evitar, me incluyo a mí también) con nuestros hijos. Es lo mismo que nos hicieron, cuando éramos niños. No es que esto sea malo, porque las costumbres, los límites, morales, pensamientos y actitudes que nuestros padres, maestros y las personas más presentes en nuestras vidas nos legaron, desde el principio nos ayudan a sobrevivir en la sociedad actual.
Estos paradigmas, que representan nuestra sociedad y que son útiles y beneficiosos o defectuosos y falsos, también los elegimos nosotros. Toda nuestra vida,- dichosa o desgraciada-, depende de las elecciones, que hacemos a  lo largo de ella, y de nuestra valentía de reconocerlas y ser consciente de ellas, para poder cambiar todo tipo de pensamiento, concepto y comportamiento erróneo, según los que actuamos en el presente.


 


 
 




El lenguaje, el código que utilizamos los seres humanos para comprendernos y comunicarnos es un acuerdo entre todos. La lengua que aprendemos como lengua materna, no la podemos elegir, aunque pienso que influye bastante en la calidad de los pensamientos de una sociedad y de las personas a nivel individual de cada sociedad, el idioma que uno habla. En mi opinión hay idiomas, que favorecen más la conexión con nuestro yo interior que otras. Por eso, hay personas, hasta naciones enteras, que empiezan sus vidas con una ventaja enorme, gracias a su pasado y su lengua materna, que determina su forma de pensar.  Sin embargo, el idioma más apto para encontrar el equilibrio interno, puede ser el mayor enemigo, si uno decide usarlo para castigarse a sí mismo.

De niños no tuvimos la oportunidad de escoger ni nuestra lengua materna, ni nuestras creencias, porque los niños creen e imitan todo lo que les dicen y enseñan los adultos, sin condiciones y sin cuestionarlos.

Esto significa, que de una manera inocente y natural, estuvimos de acuerdo con la información que otros nos transmitieron en el pasado y la que ahora transmitimos a nuestros hijos también.

 

Creemos, que somos imprescindibles, que sin nuestra guía moral nuestros hijos estarían perdidos, o completamente salvajes y nos empeñamos en formarlos a nuestro gusto a través de las palabras, de un sistema de premios y castigos y el ejemplo que les damos. No somos capaces de reconocer, que los únicos tres regalos que podemos ofrecerles en realidad son: nuestro amor incondicional, nuestro tiempo y atención y un ejemplo positivo. Y si estas tres cosas se las damos disfrutando y de corazón, poseerán todas las herramientas necesarias para vivir una vida plena y dichosa.

 

Sin embargo es difícil vencer el miedo terrible, de que nuestros hijos no sean lo suficientemente buenos. Este miedo se origina en el sentido de que nosotros mismos tampoco nos sentimos lo bastante buenos ni para otras personas ni para nosotros mismos. Justamente es esto lo que queremos evitar: que pase con nuestros hijos y exactamente es esto, lo que conseguimos con nuestro esfuerzo.

Esta insatisfacción interna, que se hereda de generación en generación hace que al final nos convirtamos en nuestro propio domador.

Según el sistema de creencias que nos transmitieron y utilizando el mismo sistema de castigo y recompensa, nos castigamos a nosotros mismos cuando no seguimos las reglas de nuestro sistema de creencias.

Por suerte, las normas, las reglas, las creencias se pueden mantener -es lo que la mayoría de las personas hacen inconscientemente- o CAMBIAR. Para que dicho cambio sea lo menos doloroso posible, realmente positivo y sobre todo sostenible, contar con el apoyo de un coach puede ser una de tus mejores decisiones a largo plazo, si así lo decides.

Existen cientos de caminos para escoger, pero no lo olvides (de todos modos tu coach no permitirá que lo hagas); todo lo que necesitas para el cambio, ya está dentro de ti.